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miércoles, 21 de septiembre de 2016

Significado espiritual de la primavera



Significado espiritual de la primavera


El significado espiritual de la llegada de la primavera, y su relación con la historia de la humanidad.
“Pero el invierno de la Humanidad pasará. Luego vendrá la Primavera, con sus flores y canciones.” (Gibrán)
De época en época la humanidad ha avanzado y se ha desarrollado conforme su madurez. En un tiempo entendía sus necesidades primitivas, cazaba para alimentarse, se vestía con la piel de las bestias, protegía a sus familias en cuevas y ermitas, y diseñaba herramientas rústicas. Después del frío invierno de la soledad, vino el descubrimiento del fuego y el desarrollo de las primeras comunidades sociales, como una refrescante primavera para el desarrollo de sus capacidades y sus habilidades en la supervivencia.

En otro tiempo la humanidad era reinada y gobernada por un reducido grupo de reyes y soberanos, las guerras inundaban el mundo, las crueles matanzas tenían lugar en varios rincones del planeta. Unos conquistaban a otros, y unos dominaban y reprimían a otros. Después del oscuro invierno de la crueldad y la maldad, vino la primavera y con ella la libertad de todos los pueblos y razas de la tierra que le ha permitido avanzar en campos como la ciencia, las artes, la educación y lo social.

En cada tiempo, la oscuridad, la frialdad, el ruido estridente de los truenos, los llameantes rayos, las copiosas lluvias, las ventiscas y nevadas, los huracanes, las tempestades, el miedo que proviene de todos estos signos; reina en la humanidad, con el único propósito de prepararla para la llegada de la primavera.

La luz matinal, el suave rocío, el canto de las aves, la calidez, la fragilidad, la humildad, la dulzura; el renacer del verdor en los campos, los ríos que corren, los animales que salen de sus madrigueras, las raíces que brotan, y un sinfín de colores que aparecen sobre la tierra empiezan a tomar lugar en cada rincón, y hasta el más desolado desierto florece.
Y tras ella, el sol levanta su fulgor y su esplendor, hasta alcanzar su punto máximo, y reinar como astro rey, en el verano de su presencia, hasta que nuevamente, su brillo se torna en ocaso, y tras el otoño, aparece nuevamente el invierno.

Cada estación tiene un significado espiritual:                                                                                                                 “el despertar de la primavera, y los deseos del verano; las canciones del otoño y la fuerza del invierno.” (Gibrán), cada uno encierra en sí, un propósito.

¿Qué propósito es este?

“¿Crees que Dios dividió la Eternidad en Estaciones como las estaciones del año? ¿Vendrá, de aquí a un millar de millones de años, una generación de hombres que vivirá por el espíritu y la verdad, y hallará su felicidad en la luz del día y en la quietud de la noche? ¿Vendrá, todo esto alguna vez...?” (Gibrán)

Sin duda, en el campo espiritual, la primavera también tiene su significado, y aunque la vida del alma no está dividida en estaciones, como nuestra tierra; sin embargo, los signos que aparecen en cada una de estas estaciones guían al individuo hacia el despertar espiritual, y a manera de ciclos que se ven ininterrumpidos, y que algunos llaman incluso ciclos de Crisis y Victorias, no es más que la llegada del invierno espiritual, que culmina con la renovación de la primavera espiritual.
En nuestras vidas, en cada momento podemos identificar estos signos que aparecen y de alguna manera podemos estar seguros que nuestras almas están sufriendo cambios que muestran estos signos.

Cuando aparece el intenso verano, los signos físicos son el calor y la sequía. Los signos espirituales pueden ser de dos tipos, el intenso calor de la cercanía divina, que invade con sus rayos nuestra vida y llena de luz, calor y fuerza nuestros espíritus. O por el otro lado, la sequía de la lejanía divina, que da paso a una intensa sed espiritual, que no permite que nuestra vida produzca frutos, que se ve reinada por las frustraciones y los cambios. El verano espiritual da paso al otoño.

Con la llegada del otoño, ya sea que nos encontremos cerca o lejos de nuestras aspiraciones, los vientos de las pruebas empiezan a aparecer. Para aquellos que son más fuertes, y firmes, estos vientos no representan mayor calamidad, y se mueven entre ellos como si se mecieran en un vaivén de regocijo. Estos signos representan al verdadero amante, el creyente que como un firme roble no se deja vencer ante los vientos que soplan de todas partes. Sin embargo, aquellos cuya firmeza se vuelve frágil, durante las pruebas del otoño, que también representan la lejanía espiritual, ven en cada paso, en cada momento, en cada ráfaga de viento que les arremete, una gran prueba.

Superar estas pruebas es la batalla definitiva para la llegada del invierno. Y el invierno representa todos los sufrimientos y calamidades del alma. Si un alma se encontraba en la lejanía, ahora también se ve sumergida en la profunda oscuridad y la más fuerte de las tempestades. Si un alma se encuentra en la cercanía de Dios, ahora, los rayos y truenos, las tempestades y las ventiscas son una prueba irrefutable del poder de Dios, y alaba en cada momento la llegada de la oscuridad, de la desolación y del sufrimiento, como una prueba de fuego para su alma.

“Y, cuando volvió la primavera, mi alma floreció de nuevo.” (Gibrán)

Con la llegada de la primavera, nuestras almas tienen una nueva oportunidad de florecer. Dejar a un lado el descreimiento y la lejanía, y volverse con los brazos abiertos al reconocimiento. Ya sea que volvamos nuestros rostros a la Luz de la Manifestación de Dios, o tornemos nuestras miradas hacia el resplandeciente Sol de la Verdad. Ya sea que dirijamos nuestros pasos hacia el Horizonte de la Revelación Divina, todos y cada uno de nosotros encontramos en la primavera, una nueva oportunidad.

Las almas que están alejadas, vuelven a sentir el sol de la Presencia Divina. Las almas que gozan de la cercanía, se renuevan y avanzan hacia su crecimiento y desarrollo.

“En este mismo día, cada año, la Humanidad se despierta con el despertar de la primavera... la primavera permanecerá despierta, sonriente y festiva hasta que llegue el verano, con sus dorados ropajes.” (Gibrán)

Este día, representa para todos una nueva oportunidad. No volvamos a nuestras casas sin haber reflexionado lo que los veranos, otoños e inviernos han dejado y han hecho de nosotros. Aprovechemos nuestro momento y nuestra oportunidad de enfrentar nuestras pruebas con fe, determinación y firmeza, para que quizá nuestras mismas esperanzas vean en nuestras acciones un escalón para avanzar; que podamos reconocer nuestros potenciales y que busquemos bajo la luz de la guía la forma de aprovecharlos para el bien nuestro y el de toda la humanidad.

Que sea para todos la primavera, el momento en que podamos reflexionar, pensar acerca de lo que hemos hecho, de lo que hemos logrado, pero también de lo que nos hace falta avanzar, de las oportunidades que encontraremos para ayudarnos a nosotros mismos.

Que hoy, el mismo día del Equinoccio de la Primavera, reconozcamos los signos espirituales que nos va a ayudar a ser mejores personas, a trabajar juntos por el bienestar de la humanidad, que encontremos las fuerzas necesarias para consolidar nuestros esfuerzos, y quizá así ayudaremos a la humanidad a avanzar y desarrollarse a tal punto, que volvamos esta civilización, en una civilización de oro.

“Pronto el mundo entero, como en la primavera, cambiará su atuendo. Ya pasó la mutación y caída de las hojas de otoño; la desnudez del invierno terminó. Ha aparecido el año nuevo y la primavera espiritual se acerca. La negra tierra se está convirtiendo en un verde jardín; los desiertos y montañas están cuajados de flores rojas; de los límites de la tierra virgen las hierbas crecidas se yerguen como avanzada ante los cipreses y árboles de jazmín; mientras los pájaros cantan entre las ramas de los rosales como los ángeles en el más elevado cielo, anunciando las buenas nuevas del acercamiento de esa primavera espiritual, y la música melodiosa de sus voces está haciendo que la verdadera esencia de todas las cosas se mueva y estremezca.” 'Abdu’l-Bahá

Que sea una celebración para nuestro amor a Dios, para nuestro compromiso con Su Causa. Que podamos renovar estos compromisos, y podamos hoy iniciar un nuevo ciclo, que inicia con la primavera del reconocimiento, y avanza al verano de Su Amor, el otoño de la firmeza, y al invierno de Sus pruebas.

“¿Volverá la primavera a cubrir con flores las heridas de la tierra?” (Gibrán)

“…la primavera retornará. Pero aquél que desea alcanzar la primavera sin pasar por el invierno jamás lo logrará.” (Gibrán)

Feliluxor

Red internacional de luz interior Amonra Chile

Santiago de Chile septiembre 2016

 

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