Imaginemos por un instante un hombre salvaje, que habitando en alguna zona del trópico, observa la gran bola luminosa y cálida, que día a día aparece en el cielo, que parece hacer que todo a su alrededor tome vida. Este hombre salvaje, hace rápidamente dos observaciones directas. La primera es, que el sol (la bola ígnea y luminosa) sale por el occidente y se oculta por el oriente, o lo que es lo mismo, el sol dibuja un arco sobre su cabeza día con día. La segunda observación, es que los tiempos de luz o tiempos en que el sol hace su tránsito por el cielo son diferentes, vale decir, los días duran un tiempo diferente en relación con la noche y este tiempo varia poco a poco en el año.
Estas dos observaciones iniciales, producen su asombro. Lo hacen pensar e ir más allá del solo hecho observado. Comienza por darse cuenta de que, cuanto más largo es el día, más corta es la noche y más vida se manifiesta en la naturaleza que le rodea; al igual que los días más largos traen consigo el calor. Siendo más detallista aún, nota como a medida que los días son más cortos, el arco que describe el sol en el cielo, se va haciendo más cercano al horizonte. Así, observando el sol en los medio días, puede asegurar que mientras más largos son los días, el sol asciende más en el cielo y viceversa, cuando son más cortos y hay más frio, el sol al medio día no alcanza el medio cielo.
¿Cuál es la razón de este extraño comportamiento en esa bola de fuego que parece traer consigo la vida en todo lo que la rodea? En su pensamiento básico, este hombre salvaje piensa en el sol como una suerte de Dios de la vida, que a medida que su poder aumenta, asciende hacia el medio cielo, así como al aproximarse al horizonte, va haciéndose menos poderoso y por tanto su influjo es menos evidente sobre todo lo que rodea al hombre.
El hombre hace una construcción intelectual, basado en lo observado y determina dos momentos en el año que marcan para siempre su destino, dando en llamarlos solsticios, porque ha notado que justo durante esos días, el sol parece detenerse en el cielo. Por unos tres días, su elevación sobre el horizonte parece igual, no cambia. Al combinar esto con lo que acontece en la naturaleza que lo rodea, llama al día en que el sol está más cerca del horizonte, cuando esta su máxima elevación en el día; el más corto, solsticio de invierno y a su opuesto, es decir al día más largo, solsticio de verano. Observa entonces que, en la naturaleza suceden cosas muy bien marcadas en estos dos momentos, el primero marca el comienzo de los tiempos de frio, de hielo, y nota como los arboles parecen morir, aun cuando solo duermen una suerte de sueño reparador, la noche parece dominar sobre el día. El segundo por el contrario, muestra la naturaleza en todo su esplendor, con los frutos en pleno crecimiento y piensa en que la naturaleza esta lista para entregarle alimento y cobijo seguro, así como caza abundante, nota como, en este caso, la luz domina la oscuridad. Aprende que cuando el sol está cercano al horizonte, la naturaleza se duerme y no hay frutos en los árboles, por el contrario, parecen muertos, lo que hace que recolecte y almacene durante el resto del año para este tiempo difícil en que la naturaleza no provee con la misma fuerza que el resto del año.
Piensa el hombre lógicamente, en el sol como en una suerte de ventana que marca el tiempo, su cercanía a la tierra permite que haya un contacto con el mundo de los cielos, el mundo de arriba, el que está por sobre todas las cosas. Piensa que con seguridad, el solsticio de invierno, que es cuando el sol está más cercano al horizonte, es el momento en que los dioses pueden escuchar sus peticiones más claramente y es así como llama a este momento, la puerta de los dioses, al igual que el otro extremo, el solsticio de verano, es cuando el sol está más arriba en el cielo, por tanto más cercano a los dioses. Es justamente, en su pensamiento, el momento en que sus peticiones hechas en el solsticio de invierno, son atendidas y es así como entiende que el solsticio de verano, es el momento de recibir las dadivas de los dioses, que tanto se han esperado en el año, por tanto llama a este momento, la puerta de los hombres.
Veamos pues, que esto en armonía con la naturaleza, sigue la ley de la dualidad; en uno se pide y en el otro se recibe; en uno se acumula, en el otro se derrocha; uno es frio y el otro cálido; uno es vivo y el otro muerto (aparentemente). Este pensamiento elemental va a influir en el hombre salvaje o recolector; con el tiempo, en el agricultor también, quedando ya sus reminiscencias hasta nuestros días en el hombre moderno, hombre este que ya le ha dado una explicación más científica, más académica, al hecho inicial que solo era una observación, pero que aun celebra “extrañamente” en sus fiestas, coincidentes con la armonía natural y vemos como, ya sin saber por qué, el hombre moderno celebra el espíritu de la navidad, la natividad del niño Dios, entre otras más locales, pero con un sentido similar, durante el solsticio de invierno. En ambos solsticios, las diferentes culturas celebran, cada una a su manera los acontecimientos solares.
Es así como, el tiempo de la llegada del invierno, es un tiempo en el que debemos hacer nuestras peticiones a los cielos, pues es el momento en que, la ventana que permite la comunicación entre el cielo y la tierra, está más cercana y nuestra débil voz puede ascender con mayor facilidad. Es tiempo de esperanza, pues preparados para invernar, nuestro pensamiento se llena de esperanzas para el nuevo ciclo que comienza, es un fin y al tiempo, un comienzo. El reposo necesario después de haber cumplido la labor, con lo cual el hombre se llena de satisfacción, pero no olvida que el tiempo venidero es duro y por tanto necesario, es detenerse a realizar planes que le permitan sobrevivir mientras el joven sol que apenas calienta, remonta de nuevo el cielo, hasta que alcance su mayoría de edad en el solsticio de verano y nos permita entonces recibir lo que este nos da, con gran generosidad en esta época.
Toda esta básica construcción, a lo largo del tiempo ha ido influenciando las creencias y religiones y es el momento en que ahora nos hemos dado cuenta de que mitos y leyendas tienen ocultos en su contenido una mirada interior hacia la armonía universal, que debe ser el fin último a alcanzar por el hombre ya religado. Armonía esta que rompemos cuando tenemos el altivo pensamiento de que el hombre, con su sabiduría, puede dominar el devenir de los tiempos y controlar la naturaleza. En su ególatra postura, el hombre moderno no se da cuenta de que la naturaleza solo lo deja hacer pequeños toques, pero que cuando esta decide actuar, basta de ella un pequeño movimiento para acabar con todo lo que el hombre, en su vana pretensión creía indestructible.
En nuestro interior, este tiempo está relacionado con la rodilla, pues el buen uso de esta es lo único que puede permitirnos ascender en la escalera que nos lleva al cielo, de rodillas imploramos y pedimos, de rodillas reconocemos la autoridad. Este tiempo de la rodilla es justamente, tiempo de reconocimiento de minusvalías frente al inconmensurable poder de la naturaleza, tiempo en que la reflexión nos hace crecer y potencia nuestra energía.
En el templo masónico, los solsticios están representados, ya que este no es más que una representación esquemática de un universo ideal. La representación de los solsticios en el templo masónico se ubica entonces en dos puntos muy claramente establecidos, el de invierno, en las columnas, donde también veremos el signo de Cáncer, si miramos al oriente a nuestra mano derecha y el solsticio de verano, en el abismo que separa el pavimento mosaico del oriente, no siendo casual que en este punto encontremos también el signo de Capricornio, recordándonos la rodilla, justo frente a la escalinata que separa al oriente del pavimento mosaico, vale decir, al mundo de lo celeste del mundo dual de la humanidad, en clara reminiscencia de que si queremos ascender debemos doblar la rodilla. Ambos puntos solsticiales son guardados por dos oficiales, el uno cuida lo que sube al oriente y el otro cuida de lo que llega a las columnas, guarda templo y experto, armados con espadas para este fin.
También hay, en el solsticio, una importante clave relacionada con el tiempo. Habiendo entendido hasta este punto que estamos hablando del viaje del sol en el cielo, ya no a lo largo del día, si no a lo largo del año; Observamos que Jano, Dios relacionado a el portero y además a los solsticios, portar unas llaves, que lo relacionan con las puertas ya mencionadas. Vemos como en la mayoría de las representaciones es bifronte, o lo que es lo mismo, muestra dos caras, una joven y una vieja, en clara señal del cambio que se lleva a cabo en el sol, así como, al pasado y al futuro. Sin embargo, hay representaciones de Jano mucho más antiguas que lo muestran trifronte, donde una cara mira a la derecha y una a la izquierda, pero entre ellas, una tercera nos mira directamente en alusión al presente, que todos estarán de acuerdo en que es efímero, pues apenas lo nombramos ya es pasado. Sin embargo, dado que el sol se detiene en los días solsticiales, nos abre la posibilidad de ver la cara del presente mirándonos. Simbólicamente, este dios, que en el momento del solsticio nos mira, nos presta mayor atención, su postura por esos días del solsticio nos dice que está atento a nosotros, lo que hace alusión a que en ese momento el hombre será escuchado o debe estar preparado para escuchar, según sea el caso.
Es por ello que los solsticios son tiempos de dar y recibir, en concordancia con el ejercicio de las celebraciones antiguas, en las que pedimos o recibimos según sea verano o invierno.
POR UNA HUMANIDAD EN QUE SEMBREMOS SEMILLAS FÉRTILES PARA EL FLORECIMIENTO DE LA SANTA LUZ INEFABLE EN TODOS LOS CORAZONES DE LOS SERES. POR EL DESPERTAR DE LAS CONCIENCIAS EN NUESTRO HOGAR NUESTRO PLANETA TIERRA QUE SUFRE DESDE EL FONDO DE SU VIENTRE, EL DAÑO DE LAS AMBICINES DEL SER HUMANAO. ANTE ELLO EL MEJOR REGALO Y CELEBRACIÓN ES LA UNIÓN DE LA CONCIENCIA DESPIERTA, DE ESTE A OESTE DE NORTE A SUR, DE ARRIBA HACIA ABAJO, PUES ANTE EL CREADOR TODO LOS QUE NOS PUEDA SERVIR ES LO CONSTRUIDO HACIA EL BIEN DE LA VIDA, NO NOS SERVIRÁN NINGÚN PODER DADO EN LA TIERRA, NI PERGAMINOS Y BRILLOS, TRAJES Y ADORNOS SIN VALOR ANTE LA LUZ INEFABLE, SOLO LOS DADOS POR EL GRAN SEÑOR DE LOS DÍAS Y DEL UNIVERSO EN LA GRAN ESCALA UNIVERSAL, SERÁN LOS QUE NOS ELEVEN A LA NUEVA CONCIENCIA PLANETARIA QUE ESTAMOS VIVIENDO Y VIVIREMOS.
ESCUCHA EL CORAZÓN DE LA TIERRA Y DE NUESTRO PADRE Y COMPRENDERÁS, RECUERDA SIEMPRE LA DIFERENCIA ESTA EN CADA UNO DE VOSOTROS EL DESPERTAR Y ACTUAR EN CONCIENCIA…
FIAT LUX
AMONRA CHILE UNA LUZ EN VUESTRO CAMINO.
SANTIAGO DE CHILE. JUNIO 2014-2015
FELILUXOR
FE Y FELICIDAD EN LA LUZ DE ORO
UNA LUZ EN VUESTRO CAMINO.
A MIS PADRES Y HERMANOS
QUE ESTÁN EN LOS CIELOS Y EN LA TIERRA.
POR UNA ALIANZA FORTALECIDA EN LA CONSERVACIÓN A LO QUE NUESTRO PADRE DE LOS MUNDOS NOS HA DADO COMO HERENCIA KARMICA TRABAJANDO EN COMUNIDAD POR LA CONTINUIDAD DE LA VIDA.
Es tiempo de Renovación de Luz, de Renacimiento, es tiempo de lo Nuevo, de dar la Bienvenida.
Si este tema es de vuestro interés podes usarlo en bien de vuestra vida y el de la humanidad, indicando el link de nuestra página, en Luz Eterna Feliluxor.
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