Significado espiritual de la primavera
El significado espiritual de la llegada de
la primavera, y su relación con la historia de la humanidad.
“Pero
el invierno de la Humanidad pasará. Luego vendrá la Primavera, con sus flores y
canciones.” (Gibrán)
De época en época la humanidad ha avanzado
y se ha desarrollado conforme su madurez. En un tiempo entendía sus necesidades
primitivas, cazaba para alimentarse, se vestía con la piel de las bestias,
protegía a sus familias en cuevas y ermitas, y diseñaba herramientas rústicas.
Después del frío invierno de la soledad, vino el descubrimiento del fuego y el
desarrollo de las primeras comunidades sociales, como una refrescante primavera
para el desarrollo de sus capacidades y sus habilidades en la supervivencia.
En otro tiempo la humanidad era reinada y
gobernada por un reducido grupo de reyes y soberanos, las guerras inundaban el
mundo, las crueles matanzas tenían lugar en varios rincones del planeta. Unos
conquistaban a otros, y unos dominaban y reprimían a otros. Después del oscuro
invierno de la crueldad y la maldad, vino la primavera y con ella la libertad
de todos los pueblos y razas de la tierra que le ha permitido avanzar en campos
como la ciencia, las artes, la educación y lo social.
En cada tiempo, la oscuridad, la frialdad,
el ruido estridente de los truenos, los llameantes rayos, las copiosas lluvias,
las ventiscas y nevadas, los huracanes, las tempestades, el miedo que proviene
de todos estos signos; reina en la humanidad, con el único propósito de prepararla
para la llegada de la primavera.
La luz matinal, el suave rocío, el canto de
las aves, la calidez, la fragilidad, la humildad, la dulzura; el renacer del
verdor en los campos, los ríos que corren, los animales que salen de sus
madrigueras, las raíces que brotan, y un sinfín de colores que aparecen sobre
la tierra empiezan a tomar lugar en cada rincón, y hasta el más desolado
desierto florece.
Y tras ella, el sol levanta su fulgor y su
esplendor, hasta alcanzar su punto máximo, y reinar como astro rey, en el
verano de su presencia, hasta que nuevamente, su brillo se torna en ocaso, y
tras el otoño, aparece nuevamente el invierno.
Cada
estación tiene un significado espiritual:
“el despertar de la primavera, y los deseos
del verano; las canciones del otoño y la fuerza del invierno.” (Gibrán), cada
uno encierra en sí, un propósito.
¿Qué
propósito es este?
“¿Crees que Dios dividió la Eternidad en
Estaciones como las estaciones del año? ¿Vendrá, de aquí a un millar de
millones de años, una generación de hombres que vivirá por el espíritu y la
verdad, y hallará su felicidad en la luz del día y en la quietud de la noche?
¿Vendrá, todo esto alguna vez...?” (Gibrán)
Sin duda, en el campo espiritual, la
primavera también tiene su significado, y aunque la vida del alma no está
dividida en estaciones, como nuestra tierra; sin embargo, los signos que
aparecen en cada una de estas estaciones guían al individuo hacia el despertar
espiritual, y a manera de ciclos que se ven ininterrumpidos, y que algunos
llaman incluso ciclos de Crisis y Victorias, no es más que la llegada del
invierno espiritual, que culmina con la renovación de la primavera espiritual.
En nuestras vidas, en cada momento podemos
identificar estos signos que aparecen y de alguna manera podemos estar seguros
que nuestras almas están sufriendo cambios que muestran estos signos.
Cuando aparece el intenso verano, los
signos físicos son el calor y la sequía. Los signos espirituales pueden ser de
dos tipos, el intenso calor de la cercanía divina, que invade con sus rayos
nuestra vida y llena de luz, calor y fuerza nuestros espíritus. O por el otro
lado, la sequía de la lejanía divina, que da paso a una intensa sed espiritual,
que no permite que nuestra vida produzca frutos, que se ve reinada por las
frustraciones y los cambios. El verano espiritual da paso al otoño.
Con la llegada del otoño, ya sea que nos
encontremos cerca o lejos de nuestras aspiraciones, los vientos de las pruebas
empiezan a aparecer. Para aquellos que son más fuertes, y firmes, estos vientos
no representan mayor calamidad, y se mueven entre ellos como si se mecieran en
un vaivén de regocijo. Estos signos representan al verdadero amante, el
creyente que como un firme roble no se deja vencer ante los vientos que soplan
de todas partes. Sin embargo, aquellos cuya firmeza se vuelve frágil, durante
las pruebas del otoño, que también representan la lejanía espiritual, ven en
cada paso, en cada momento, en cada ráfaga de viento que les arremete, una gran
prueba.
Superar estas pruebas es la batalla
definitiva para la llegada del invierno. Y el invierno representa todos los
sufrimientos y calamidades del alma. Si un alma se encontraba en la lejanía,
ahora también se ve sumergida en la profunda oscuridad y la más fuerte de las
tempestades. Si un alma se encuentra en la cercanía de Dios, ahora, los rayos y
truenos, las tempestades y las ventiscas son una prueba irrefutable del poder
de Dios, y alaba en cada momento la llegada de la oscuridad, de la desolación y
del sufrimiento, como una prueba de fuego para su alma.
“Y,
cuando volvió la primavera, mi alma floreció de nuevo.” (Gibrán)
Con la llegada de la primavera, nuestras
almas tienen una nueva oportunidad de florecer. Dejar a un lado el
descreimiento y la lejanía, y volverse con los brazos abiertos al
reconocimiento. Ya sea que volvamos nuestros rostros a la Luz de la
Manifestación de Dios, o tornemos nuestras miradas hacia el resplandeciente Sol
de la Verdad. Ya sea que dirijamos nuestros pasos hacia el Horizonte de la
Revelación Divina, todos y cada uno de nosotros encontramos en la primavera,
una nueva oportunidad.
Las almas que están alejadas, vuelven a
sentir el sol de la Presencia Divina. Las almas que gozan de la cercanía, se
renuevan y avanzan hacia su crecimiento y desarrollo.
“En
este mismo día, cada año, la Humanidad se despierta con el despertar de la
primavera... la primavera permanecerá despierta, sonriente y festiva hasta que
llegue el verano, con sus dorados ropajes.” (Gibrán)
Este día, representa para todos una nueva
oportunidad. No volvamos a nuestras casas sin haber reflexionado lo que los
veranos, otoños e inviernos han dejado y han hecho de nosotros. Aprovechemos nuestro
momento y nuestra oportunidad de enfrentar nuestras pruebas con fe,
determinación y firmeza, para que quizá nuestras mismas esperanzas vean en
nuestras acciones un escalón para avanzar; que podamos reconocer nuestros
potenciales y que busquemos bajo la luz de la guía la forma de aprovecharlos
para el bien nuestro y el de toda la humanidad.
Que sea para todos la primavera, el momento
en que podamos reflexionar, pensar acerca de lo que hemos hecho, de lo que
hemos logrado, pero también de lo que nos hace falta avanzar, de las
oportunidades que encontraremos para ayudarnos a nosotros mismos.
Que hoy, el mismo día del Equinoccio de la
Primavera, reconozcamos los signos espirituales que nos va a ayudar a ser
mejores personas, a trabajar juntos por el bienestar de la humanidad, que
encontremos las fuerzas necesarias para consolidar nuestros esfuerzos, y quizá
así ayudaremos a la humanidad a avanzar y desarrollarse a tal punto, que
volvamos esta civilización, en una civilización de oro.
“Pronto el mundo entero, como en la
primavera, cambiará su atuendo. Ya pasó la mutación y caída de las hojas de
otoño; la desnudez del invierno terminó. Ha aparecido el año nuevo y la
primavera espiritual se acerca. La negra tierra se está convirtiendo en un
verde jardín; los desiertos y montañas están cuajados de flores rojas; de los
límites de la tierra virgen las hierbas crecidas se yerguen como avanzada ante
los cipreses y árboles de jazmín; mientras los pájaros cantan entre las ramas
de los rosales como los ángeles en el más elevado cielo, anunciando las buenas
nuevas del acercamiento de esa primavera espiritual, y la música melodiosa de
sus voces está haciendo que la verdadera esencia de todas las cosas se mueva y
estremezca.” 'Abdu’l-Bahá
Que sea una celebración para nuestro amor a
Dios, para nuestro compromiso con Su Causa. Que podamos renovar estos
compromisos, y podamos hoy iniciar un nuevo ciclo, que inicia con la primavera
del reconocimiento, y avanza al verano de Su Amor, el otoño de la firmeza, y al
invierno de Sus pruebas.
“¿Volverá
la primavera a cubrir con flores las heridas de la tierra?” (Gibrán)
“…la
primavera retornará. Pero aquél que desea alcanzar la primavera sin pasar por
el invierno jamás lo logrará.” (Gibrán)
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